
Leí esta frase en un momento crucial, justo cuando estaba por tomar una de las decisiones más transformadoras de mi vida, tanto a nivel personal como profesional.
Muchas veces no somos conscientes de cuánto nos vinculamos a nuestros proyectos y, en mi caso, de cuánta de mi identidad y valor personal depositaba en ellos.
Hoy, 1 de marzo, escribo este artículo después de más de un año sin hacerlo. Me pregunto por qué dejamos de lado aquello que nos llena y nos nutre. Muchas veces priorizamos responsabilidades y deberes, como me pasó a mí.
Este día marca el inicio de un nuevo camino para mí, cerrando una etapa con gratitud, pero también con una mezcla de sentimientos encontrados. El 1 de junio de 2012 inicié como agente asociada a RE/MAX Colombia y el 1 de abril de 2014 abrimos la primera franquicia de RE/MAX en Barranquilla: RE/MAX Top Inmobiliaria. Más que un proyecto empresarial, fue un vehículo para nuestro proyecto de vida y familia.

Decidí escribir este artículo para retomar una de mis actividades favoritas, que además ha sido sanadora para mí. Si en el camino encuentras algo con lo que te identifiques o que te aporte valor, maravilloso.
En esta reflexión me di cuenta de que muchas de mis decisiones no nacían de lo que genuinamente quería o sentía. No me malinterpretes, estaba conectada con las personas, con el equipo y con lo que hacíamos, pero en algún punto el proyecto dejó de resonar conmigo y con la persona en la que me he convertido.
A finales de 2023, tomamos la decisión de que yo lideraría la empresa que mi esposo había dirigido durante 10 años. Lo hicimos conscientes de que no era solo una decisión empresarial, sino también en pro de nuestro bienestar como pareja. Me entregué con compromiso y determinación a este rol, pero mi cuerpo comenzó a hablar. Los primeros tres meses de 2024 fueron retadores para mi salud: migrañas constantes, tensión en la mandíbula y molestias en el cuello. Intenté aliviarme con terapias, pero las señales seguían.
No es normal vivir con dolor o tensión en el cuerpo, te esta mandando un mensaje y es importante que lo escuches.
El equipo siguió creciendo y las personas que llegaban cada vez me conectaban más con lo que hacíamos y el por qué lo hacíamos. Nuestro eslogan hasta el final era hacer una diferencia real en la vida de las personas.
Llegó diciembre de 2024, y celebramos el cierre de año en familia (cada miembro del equipo llevó a un amigo o pariente cercano) como una oportunidad para compartir, agradecer y sobre todo reconocer el lugar que cada uno de nosotros tenía en el equipo.
Terminé con el corazón lleno, pero sin energía, mi cuerpo me pedía descanso y en cada oportunidad que tenía, solo quería dormir.
Finalmente, en los últimos días de diciembre del 2024, mi cuerpo empezó a expresarse, primero sutilmente y luego con mucha más fuerza. Mi piel empezó a irritarse y a brotarse en todo el cuello (la garganta es el canal de comunicación de nuestra voz), al interior de los brazos hasta el codo y alrededor del pecho. No le preste mucha atención al principio pensando que simplemente dejando pasar el tiempo la piel sanaria. Sin embargo no fue así, a medida que pasaban los días empeoraba, picaba, molestaba y no podía tomar el sol ni me sentía cómoda vistiendo como lo hacía normalmente. Fue necesaria esa molestia para hacer un pausa e ir hacia adentro y mirar que me estaba expresando mi piel.
¿Cuántas veces avanzamos en nuestras rutinas sin detenernos a observarnos?
A principios de 2025, comprendí que estaba liderando desde un lugar que no era sano. Aunque mi intención era apoyar a otros en su emprendimiento, la dinámica que había construido generaba más control que libertad. Recuerdo haberle dicho al equipo que no quería que me necesitaran. Las relaciones basadas en la dependencia no fortalecen, sino que generan inseguridad.
Uno de mis valores siempre ha sido la responsabilidad, entendida como la capacidad de responder por nuestras decisiones. Pero me di cuenta de que, en mi liderazgo, estaba fomentando lo contrario. Cuando buscamos ser quienes validan a otros, en realidad estamos buscando validarnos a nosotros mismos.
Así que luego de evaluar las distintas opciones y caminos, de sentir, resistirme a querer soltar, sobre todo por las personas que hacían parte del equipo, empecé a tener cada vez más claridad. Hablaba con personas cercanas de la situación, mi papá, mi hermano, y el mensaje que me daban era el mismo, piensa en ti, sea la decisión que tomes, que sea pensando en tu bienestar y lo que te apasione. Era lo que más me costaba. Pienso que por eso mi piel me movió a alejarme un poco, ya que evitaba al máximo reuniones o encuentros personales, para tener la oportunidad de ver más hacia adentro.
Creo que lo más difícil en las coyunturas es tener la claridad del camino a elegir. Sobre todo porque quería tomar una decisión desde la tranquilidad y no desde la impulsividad.
Una noche, hice un ejercicio de visualización donde imaginé mi vida en cinco años con tres opciones distintas. Esa práctica me dio la claridad que necesitaba. (Puedes escuchar la visualización aquí)
Luego de más de un mes de tener mi piel irritada y de no saber qué camino tomar, decidí cerrar definitivamente la que había sido nuestra franquicia por 11 años. Esta decisión la tomaba desde la consciencia de que cada una de las personas de nuestro equipo, es completamente capaz y que todos tenemos nuestra propia guía interna, no pude verlo en ellas hasta no verlo y reconocerlo en mi.
No podemos dar a otros lo que no nos damos a nosotros mismos.
Esta decisión llegó después de reflexionar sobre lo que este proyecto representaba en mi vida. Muchas veces busqué seguridad y reconocimiento en él, y soltarlo implicaba enfrentar el miedo a perder parte de mi identidad.
En mi camino he aprendido que aquello que valoramos externo es cambiante, y por eso nuestra confianza no puede radicar allí, ni nuestro valor personal, ni quien nos define. Porque en algún momento esto se irá y entonces te encontrarás de frente preguntándote ¿quién eres sin títulos, sin nombre, sin cargos o sin logros y experiencias que alguien más valide?
Si te permites transitar cambios, por incómodos que sean, te estarás dando la oportunidad de expresarte con autenticidad, sin depender de lo externo para definirte.
Cerrar ciclos con gratitud y conciencia es tan importante como abrirse a nuevos comienzos con emoción y celebración.
¿Cuántas veces sentimos que algo ha cumplido su ciclo y, aun así, nos resistimos a soltarlo? Es como si un llamado interno nos hablara y eligiéramos no escucharlo.
Hace un tiempo compartí un audio sobre el arte de soltar. Cuando comprendemos que las personas, proyectos y lugares representan algo más profundo, entendemos que soltar no es solo dejar ir lo externo, sino también aquello que permanece en nuestro interior..
Así que si tu hoy estás en un momento similar, te dejo estas preguntas:
¿Qué representa en tu vida aquello que sientes que ya cumplió su ciclo?
¿Qué precio estás dispuesto a pagar por sostenerlo, aun sabiendo que ya no es sostenible?
¿Qué oportunidades podrían abrirse si te atreves a un nuevo camino?
Hoy inicio un nuevo camino, más auténtico y alineado con lo que realmente siento. Sigo acompañando a personas en sus procesos inmobiliarios, como consultora inmobiliaria, entendiendo que detrás de cada inmueble hay una historia de vida. Lo importante no es la propiedad, sino lo que representa para quienes la habitan. o tienen relación con ella.
Y así mismo, me regalo el espacio para escribir más, compartir mis experiencias y dedicarme a guiar a mujeres, emprendedores y agentes que desean emprender desde su esencia y valores. Seguiré compartiendo reflexiones y, más adelante, formaciones que estoy creando con toda la intención y el corazón.
Si hay algún tema en particular sobre el que te gustaría que escribiera, cuéntamelo. Puedes escribirme a hola@dianamurillo.co. Me encantará leerte.
Un abrazo!
Diana
Comments